Me pregunto: ¿Qué sería de una pareja, de una familia, de una amistad, de un trabajo, de un colegio, etc., sin la existencia del compromiso? ¿Podemos vivir sin compromisos con nosotros mismos y con los demás en sociedad?
Creo que no existe una educación y relación verdadera sin compromiso. Educar, enseñar, aprender, emocionar, amar, son objetivos que en los humanos no tienen fin; por ello nos exigen compromiso, sacrificio, perseverancia, trabajo, calma y tolerancia a la frustración. ¡Eso es vivir y convivir! El filósofo Ferrater Mora decía que el compromiso designa un constitutivo fundamental de toda existencia humana.
El compromiso es un acto reflexivo, una promesa y una declaración de principios, más que una palabra como decía el existencialista Sartre. Estar comprometido requiere dedicación, esfuerzo y confianza en un proyecto vital. El compromiso y la responsabilidad van unidos y se expresa más en lo que hacemos que en lo que decimos a diario. El compromiso es algo que se cultiva, se siembra, se cosecha y por ello requiere paciencia y confianza en los demás. Conlleva cumplir con lo prometido cuando las circunstancias se ponen adversas, es lo que hace funcionar a un equipo humano y poder conseguir los objetivos que se persiguen.
Este valor mencionado va unido en la educación a otros como el compañerismo y cuando actúan armónicamente hacen posible la construcción de relaciones sólidas y duraderas, tanto a nivel individual como colectivo. El compañerismo fomenta un clima de confianza y respeto. Desde la familia y el colegio podemos enseñar ese tipo de actitudes y vínculos desde que son pequeños con el ejemplo. Cuando en un centro existe compromiso y compañerismo es posible enfrentarse a distintos desafíos, dificultades y retos. Como hemos dicho en diferentes ocasiones mirar hacia un bien común, nos ayuda a sentirnos parte de una comunidad y adquirir un sentido de pertenencia en el grupo humano. Además, a largo plazo reporta un mayor número de beneficios profesionales tanto a nivel colectivo como individual.
Por otro lado, desde las aulas debemos crear lazos de confianza que permitan construir un clima de aceptación de las diferencias individuales, convirtiéndolas en oportunidades de aprendizaje. Nosotros defendemos que el compromiso y el compañerismo pueden expresarse mejor en nuestro modelo educativo de educación personalizada, con una mirada holística e integral que se esfuerza por atender las particularidades y necesidades de cada alumno/a, ofreciéndole las oportunidades para que puedan sacar lo mejor de sí mismos, que puedan llegar a conocerse, respetarse y también a ser valorados por los demás.
No se trata de defender la homogeneidad o la igualdad, sino la inclusión. La inclusión supone considerar que somos distintos y por ello necesitamos cosas diferentes. No todos aprendemos al mismo ritmo, ni tenemos el mismo interés. En este proceso de aprendizaje de compromiso, compañerismo y personalización, se hacen necesarios la colaboración y el apoyo entre la familia y la escuela, porque todos necesitamos escucha, acompañamiento, exigencia, afecto y aceptación.
Tratando de responder a las preguntas planteadas al comienzo, yo diría que hoy mismo las familias y los colegios no podemos vivir saludablemente sin compromisos en nuestro entorno.
D. Javier Rodríguez Toro
Director del Colegio Gondomar