Este es el título de una canción de Carlos Gardel, y de una versión interpretada magistralmente por Estrella Morente. También es el título de una película española muy galardonada. Pero, ¿qué verbo o sinónimo podríamos utilizar para hablar de la vuelta al cole: cambiar, transformar, mudar, convertir, renovar, regresar, retornar? ¿Qué sienten los niños, los adolescentes, los padres, los profesores, los maestros, cuando llega septiembre: alegría, pereza, ilusión, nerviosismo, incertidumbre?
Los adultos (profesores y padres) probablemente queremos lo mismo, que sea un año cargado de sueños, sonrisas, descubrimientos, aprendizajes, juegos, nuevas amistades, aventuras, preguntas, retos, rutinas, etc. En el cole cada día podemos tener una oportunidad para aprender e ir descubriendo poco a poco cuál es el talento de nuestros alumnos/as: los idiomas, las “mates”, la oratoria, el arte, la escritura, la lectura, la historia, la química, la economía, el deporte, la música, etc.
Las rutinas en sí mismas no son negativas, lo importante son cómo las afrontamos, su ritmo y la autoexigencia que establezcamos con ellas. Pueden amortiguar el estrés, la higiene del sueño, armonizar el estado emocional, facilitar el aprendizaje, proteger nuestra salud física y mental, las relaciones con los demás y lidiar contra la incertidumbre. La vida se construye de lo que ocurre cada día y no de lo que pasa excepcionalmente y al azar.
El filósofo y maestro Emilio Lledó dice que la educación no trata sólo de adquirir conocimientos, sino también de inculcar valores que guíen a los estudiantes en su vida. Los Colegios debemos promover la integridad, la empatía y el respeto, para que los alumnos/as no sean sólo exitosos académicamente sino también éticamente responsables. Debemos cultivar un ambiente de aprendizaje positivo y enriquecedor, donde nuestros chicos se sientan seguros para expresar sus ideas y poder aprender de sus errores. Cada uno tiene un camino único y nuestra responsabilidad es brindarles las herramientas, el apoyo necesario y el acompañamiento para que alcancen sus metas.
Hay un poema de Gabriel Celaya sobre el valor de la educación y que nos devuelve la belleza y la confianza en este quehacer maravilloso:
“Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca…
Hay que medir, pensar, equilibrar…
y poner todo en marcha.
Pero para eso.
Uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta
y un kilo y medio de paciencia concentrada…
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua…”
Os deseo un feliz curso cargado de salud, alegría, serenidad y también de muchos descubrimientos en la travesía.
Volver, Pensar, Sentir, Hacer.
D. Javier Rodríguez Toro
Director del Centro