El acrónimo (V.U.C.A.), que se originó en la escuela de guerra del ejército de los EE.UU. para describir las condiciones resultantes de la Guerra Fría y se comenzó a utilizar en los años noventa, paradójicamente, describe muy bien nuestra actual realidad mundial: (Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad). Estos conceptos se utilizan frecuentemente en liderazgo estratégico empresarial y también se aplican en todo tipo de organizaciones humanas para describir variables económicas, sociales, culturales y políticas de los últimos años. Esos conocimientos y sus análisis hacen posible la anticipación, la evolución y la intervención. Parece que nuestro mundo está algo desorientado y en un proceso de cambio de paradigmas y valores como ha ocurrido en otras ocasiones en la historia…
Por otro lado, muchos sanitarios que trabajan en salud mental afirman que vivir en una sociedad de gratificación instantánea no nos ayuda porque no se incentiva la tolerancia a la frustración, la resiliencia, la voluntad, el equilibrio y, en definitiva, la salud. Vivimos en la era de la inmediatez y quizás necesitamos pararnos para romper la inercia de la prisa, para aprender a distinguir lo importante de lo urgente, para plantear las cosas a largo plazo y no ser cortoplacistas en nuestras iniciativas, para distinguir la ficción de la realidad, para fomentar un pensamiento crítico ante un pensamiento único. Necesitamos tiempo para reflexionar frente a la impulsividad; calma para respirar y frenar la ansiedad; silencio para combatir el ruido; empatía para superar los prejuicios; bondad frente a la banalización del mal. Necesitamos jugar con los demás para descubrir la risa compartida, social. Observar, mirar, para alimentar esa curiosidad que nos permite seguir aprendiendo.
Asimismo, muchos constatamos que los niños y adolescentes quieren tener todo en el momento, ¡ya!, y tienen dificultad para posponer la recompensa en el tiempo, frenar sus impulsos y deseos constantes; se enrabietan, muestran agresividad, etc. Es cierto que muchos niños desde pequeños pasan demasiado tiempo frente a teléfonos y tabletas, en las horas de la comida, en los momentos de ocio, cuando viajan, etc. Como dice la psiquiatra Marian Rojas esas pantallas ofrecen luz, sonido y movimiento, son un estímulo muy atractivo para los pequeños y, a veces, seamos sinceros, un “descanso” para algunos adultos que pueden atender otros temas…Sabemos que en el núcleo estriado del cerebro se asocian sensaciones y emociones a recompensas constantes que generan hábitos, que sólo se pueden romper con la voluntad. Ej.: Estoy triste y como chuches o chocolate o una bebida con gas.
La pregunta que podríamos hacernos es la siguiente ¿Cuáles son las consecuencias de estas acciones cuando posteriormente se convierten en hábitos? La respuesta la podemos encontrar en la Ciencia, en pediatras, neurólogos, psiquiatras, etc. La corteza prefrontal que tarda en madurar en el ser humano se debilita, cuando sabemos que es el centro de la Voluntad, la zona de la atención, la concentración, que permite la resolución de problemas, el control de los impulsos, de la inteligencia ejecutiva, etc.; esto hace más vulnerables a los niños y a los adolescentes porque están más sometidos a los impulsos, a los deseos y todas sus acciones sólo se regirán por el principio del placer, “solamente hago lo que me apetece” , “esto no me motiva” y no sé escuchar un NO por respuesta.
La sociedad podrá tener un reto con esta cuestión si previamente no consigue “amueblar” el corazón y la mente de los niños ¿Están los niños preparados para utilizar esos objetos? ¿Por qué existen tantos niños con problemas de atención últimamente? ¿Es la realidad digital la auténtica realidad? ¿Tienen la suficiente madurez algunos niños para utilizar las redes sociales? Las redes sociales fueron diseñadas para ser adictivas y el efecto que tienen en el cerebro es muy similar al de otras sustancias.
La fuerza de la Voluntad es una capacidad de autodeterminación que nos ayuda a posponer la recompensa, que nos ayuda a construirnos, a pensar a largo plazo y a adquirir autocontrol. Existe un test muy interesante que es el del psicólogo Walter Mischel de la Universidad de Columbia donde el investigador quería reconocer la capacidad de autocontrol de unos niños de infantil. Se les ofrecía comerse un pastel inmediatamente o esperar unos minutos y después poder comerse dos (test de la golosina). Se comprobó que esta sencilla prueba era un predictor de la evolución académica, familiar, laboral y social, mucho más que otras pruebas estandarizadas, cuando se hizo el seguimiento de esos niños según fueron creciendo.
La pregunta que quizás podemos hacernos sería: ¿Podemos educar la fuerza de voluntad desde la Familia y el Colegio? ¡SÍ!, y además debemos hacérnosla para proporcionar a los niños y jóvenes unas herramientas de gestión emocional y control inteligente (inteligencia ejecutiva) para cuando se enfrenten en la vida y en el trabajo a momentos difíciles o, momentos en que no consigan lo que desean. (CONTINUARÁ).
D. Javier Rodríguez Toro
Director del Colegio Gondomar